I
Por la mañana yo dirijo mi alabanza
a Dios que ha sido y es mi única esperanza;
por la mañana yo le invoco con el alma
y le suplico que me dé su dulce calma;
Y él nos escucha pues nos ama tanto
y nos alivia de cualquier quebranto;
nos da su mando poderoso y fuerte
para librarnos de la misma muerte.
II
Cuando la noche se aproxima, tenebrosa,
en elevar mi oración mi alma se goza;
siendo su paz inagotable, dulce y grata,
porque temores y ansiedad Cristo los mata;
III
Brilla su lumbre bien hechora mientras duermo;
pone su mano sobre mí
si estoy enfermo;
me fortalece y me alienta con el sueño;
pues es mi Dios, mi Redentor y Él es mi dueño;
veo a Jesús mi redentor amado
por mi pecado en la cruz clavado.
IV
Veo la sangre de
sus manos que ha brotado;
veo la sangre borbotando en su costado;
una corona con espinas en su frente;
la multitud escarneciéndole insolente;
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